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Nuevos retos del sector agroalimentario
21-12-2020

Nuevos retos del sector agroalimentario

Reportaje elaborado por los Directores del Máster en Industria Alimentaria. José Manuel Morán, Jon Zubia y Fernando Martínez

Pasado, presente y futuro del sector

El sector agroalimentario sigue haciendo lo mismo desde que nació la necesidad de alimentar a los primeros asentamientos humanos: producir alimentos para la sociedad de la que forma parte. Aunque no ha cambiado el qué, sí lo ha hecho el cómo y las circunstancias.

Nuestra civilización ha pasado en apenas un siglo de una agricultura de subsistencia, poco productiva, intensiva en mano de obra, poco tecnificada y dependiente del clima, a otra con grandes excedentes, altamente productiva, intensiva en maquinaria y tecnología, muy tecnificada y más dependiente de la demanda global y agentes económicos que del propio clima. La industria alimentaria ha realizado una transformación muy similar. De la producción artesana, en condiciones precarias y destinada al mercado local, a la producción en gran escala, con altos estándares de calidad e higiene, personal cualificado y especializado, y con un enfoque mundial.

Al mismo tiempo, el mundo ha cambiado de manera radical, con una población total que ha pasado de 1.650 millones de personas en 1900, a 7.000 millones. Ciudadanos con unas necesidades y exigencias muy superiores a las de entonces, donde la eficiencia en todos los ámbitos (productivo, comercial, logístico) es una exigencia y el respeto del medio ambiente es una necesidad ética, pero también una exigencia económica (ser más eficientes) y un mandato de primer orden para seguir produciendo alimentos con los mismos recursos a una población en expansión y que demanda cada vez más.

Esta gran ola de cambios exige al sector agroalimentario capacidad para predecirlos y ser proactivo para prepararse para este impacto y salir más fuertes que nunca, todo ello agravado por la crisis del COVID-19.

Los cambios a nivel empresarial y sectorial

Si tuviéramos que resumir los principales retos a los que nos enfrentamos, podríamos diferenciar dos niveles: empresarial y sectorial.

  • A nivel sectorial serían la cooperación de toda la cadena alimentaria, los retos logísticos y vinculados a la huella de carbono o los nuevos canales de venta, como el e-commerce, donde el Efecto Amazon tiene y tendrá efectos para toda la industria.
  • A nivel empresarial, los principales retos son la competitividad y falta de tamaño crítico de la empresa alimentaria, la sostenibilidad, la transformación digital y, vinculado a todo ello, las necesidades crecientes de formación y capacitación de sus profesionales.

La riqueza alimentaria en España abarca desde los productos tradicionales, arraigados a los pueblos y al “terruño”, como los productos amparados por Marcas de Garantía y de Calidad, tales como DOP (Denominaciones de Origen, como muchos de nuestros vinos, quesos, miel, arroz, carnes, embutidos, aceites …), ETG (Especialidad Tradicional Garantizada, como el Jamón Serrano) e IGS (Especialidad Tradicional Garantizada, como la Carne de Ávila o los Polvorones de Estepa), productos “Tierra de Sabor” de Castilla y León, M Producto Certificado de la Comunidad de Madrid, y un largo listado de productos alimentarios que dan protagonismos a aquéllas empresas alimentarias más pequeñas, con productos de altísima calidad y que fijan población y economía en los pueblos.

Toda esta riqueza se complementada por las grandes empresas alimentarias, líderes en la I+D+i, y comercialización, que llevan los productos alimentarios a las más altas cotas de innovación, y que no paran de desarrollar nuevos productos para ajustarse a los gustos y necesidades de los consumidores. Las empresas alimentarias españolas estaban intentando responder a las nuevas exigencias del consumidor, pero el terremoto que ha supuesto la COVID-19 a todos los niveles, se ha traducido en una aceleración de ciertas tendencias, la congelación de otras, y el surgimiento de nuevos retos, como bien sintetizó Patricia Daimiel, Directora de Nielsen España y Portugal en el Foro DATAGRI 2020.

Patricia, amparada en toda la información que genera y analiza Nielsen, destacaba varias oportunidades, como el Cocooning (el hogar como lugar de ocio), la alimentación saludable como una demanda en alza, la importancia creciente de la sostenibilidad y el asentamiento de canal online en la compra de productos alimentarios. Por el otro lado, la crisis sanitaria tiene claros efectos socio-económicos, como la pérdida de confianza del consumidor, la creciente sensibilidad al precio, y la compra menos frecuente y de mayor ticket medio.

Formación especializada

Si a todos estos retos sumamos que la legislación europea y española en materia alimentaria es la más estricta del mundo, el sector alimentario se ve obligado a cumplir unos estándares de calidad y seguridad alimentaria altísimos, donde las empresas agroalimentarias tienen que estar a la última. Sin olvidar los requisitos establecidos por el mercado en certificaciones de calidad y seguridad alimentaria, que en el sector alimentario protagonizan Normas como GLOBALG.A.P., ISO 22000, FSSC 22000, IFS y BRC.

Los futuros responsables de las empresas del sector agroalimentario necesitan tener los conocimientos y herramientas necesarias para poder gestionar la incertidumbre derivada de este entorno global, donde los cambios se suceden de manera rápida e inesperada. Además, deben ser capaces de crear y aterrizar en sus compañías las estrategias necesarias para poder competir y aprovechar las oportunidades que dicho entorno les ofrece.

Para todo ello, la formación especializada en fundamente e imprescindible y dentro de CESIF, a través  del MÁSTER EN INDUSTRIA ALIMENTARIA, Tecnología, Control y Seguridad Alimentaria, transmitimos al estudiante un profundo conocimiento de la gestión de la calidad y de la seguridad alimentaria en cualquiera de los eslabones de la cadena alimentaria y más especialmente en las industrias agroalimentarias, así como dotar del conocimiento de las claves presentes y futuras del sector agroalimentario desde el punto de vista del negocio.

Una gestión integral de una industria agroalimentaria supone una enorme ventaja competitiva, abriendo nuevos canales comerciales, mejorando las oportunidades de exportación, dar cumplimiento a altos estándares de calidad y seguridad alimentaria con reconocimiento internacional, mejorar la confianza del consumidor, evitar alertas y crisis alimentarias o, minimizar su impacto, control del fraude, mejora de los costes de producción por optimización de los procesos productivos, gran disminución de los costes de no calidad y reprocesado, diseño y comercialización de productos innovadores, evitar incidencias en inspecciones oficiales, superar con éxito las auditorías de sus clientes y de entidades externas especializadas y aportar transparencia a lo largo de la cadena de suministro.

 

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