La inteligencia artificial es un campo interdisciplinario que combina conocimientos de matemática, estadística e informática para desarrollar sistemas capaces de realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje y la toma de decisiones.
Un antecedente notable de la IA es la "Ars Magna" de Ramon Llull, una máquina considerada hoy como un autómata finito, pero que inició la idea de combinar conceptos y generar conocimiento de manera lógica en el siglo XIII.
Desde entonces, la tecnología ha permitido evolucionar significativamente el concepto de la IA, desarrollando sistemas expertos y algoritmos de aprendizaje automático. Hoy en día, la IA se aplica en diversas industrias incluyendo la farmacéutica, gracias a los constantes avances y a su rápida democratización.
La IA está revolucionando la industria farmacéutica al acelerar el descubrimiento y desarrollo de fármacos, optimizar los ensayos clínicos, personalizar los tratamientos y mejorar la eficiencia de los centros productivos.
Utilizando grandes volúmenes de datos y algoritmos de aprendizaje automático, la IA puede identificar nuevas dianas terapéuticas, predecir la eficacia de los medicamentos y mejorar la eficiencia de los ensayos clínicos.
Cuando el enfoque se pone en el ámbito industrial, la producción de medicamentos se hace más eficiente, se mejora la calidad y se reduce el consumo energético entre otras muchas ventajas.
Según la encuesta anual realizada por la International Society for Pharmaceutical Engineering (ISPE), la IA empezó a ser aplicada en el sector farmacéutico más tarde que en otros sectores, pero la velocidad en su adopción está siendo superior. El ligero retraso en su uso es debido principalmente a la fuerte regulación del sector farmacéutico, cuya prioridad es la protección de la salud pública.
Una muestra del progreso positivo de la IA en el sector farmacéutico es el elevado número de publicaciones e inversiones realizadas por el sector en los últimos 3 años.
Entre otras interesantes aplicaciones podemos citar la monitorización a tiempo real de los procesos productivos asistida por IA, con un interesante poder predictivo y capacidad para la mejora continua; la aplicación del Golden Batch como evidencia que sustenta la liberación de los lotes al mercado bajo estrategias de control adecuadas al riesgo específico de cada proceso y producto; o el uso holístico de los datos para mejorar simultáneamente diversas dimensiones como la calidad, la productividad, el mantenimiento predictivo y la reducción de emisiones al medio ambiente.
La implementación responsable y ética de la IA en la industria farmacéutica requiere garantizar la privacidad y seguridad de los datos, evitar sesgos en los algoritmos y asegurar la transparencia en la toma de decisiones.
Es crucial que los gobiernos y las empresas adopten marcos regulatorios sólidos y promuevan la formación continua en ética de la IA para todos los involucrados.
Muestras de ello son las publicaciones de la Organización Mundial de la Salud entre 2021 y 2024 sobre los aspectos éticos en el uso de la IA, o el reciente marco regulador del uso de la IA editado por el Consejo Europeo y la Agencia Europea del Medicamento.
En la era digital, la relación entre farmacéuticas y pacientes será más cercana y personalizada. La telemedicina, la medicina personalizada y el uso de dispositivos wearables permitirán un monitoreo constante y tratamientos adaptados a las necesidades individuales de los pacientes.
Además, la digitalización facilitará una comunicación más directa y eficiente entre pacientes y profesionales de la salud.
Los datos masivos están transformando la investigación farmacéutica al permitir el análisis de grandes volúmenes de información para identificar patrones y correlaciones que antes eran invisibles o habrían requerido grandes esfuerzos y mucho tiempo.
Esto acelera el descubrimiento de nuevos fármacos, mejora la precisión de los diagnósticos, facilita la personalización de los tratamientos y permite disponer de nuevos sistemas eficientes de farmacovigilancia que hasta ahora no habíamos imaginado.
Muchas compañías farmacéuticas están en proceso de transformación digital, pero aún enfrentan desafíos significativos. Aunque algunas han adoptado tecnologías digitales en mayor o menor medida, la falta de dominio en la gestión del conocimiento y las herramientas digitales puede dificultar la implementación efectiva.
La mayor limitación somos las personas y la aversión al cambio. Aquellas empresas que logren superar los obstáculos mencionados estarán bien posicionadas para liderar esta transformación y podrán experimentar un punto de inflexión en su rendimiento.
La academia juega aquí un papel muy relevante. Los nuevos profesionales que se forman hoy deben considerar las tecnologías de la industria 4.0 como parte indispensable de su formación y cultura digital.
Si la transformación digital es ya un imperativo para la industria biofarmacéutica, la capacitación en inteligencia artificial se convierte en una necesidad estratégica. El Executive Program en IA aplicada a la Industria Biofarmacéutica de CESIF ha sido diseñado para responder a esta necesidad, formando a los profesionales del sector en las competencias digitales que exige la nueva era de la Industria 4.0.
El programa —dirigido por Miquel Romero Obón, actual director senior de plantas farmacéuticas en Almirall y miembro del Steering Committee de Pharma 4.0 en la ISPE— cuenta con un claustro de expertos en activo procedentes de compañías líderes como Aizon, Savana Medical, Wise Security, Edinn, Almirall e Intemic. Con una duración de 70 horas y formato híbrido (online y presencial), ofrece una experiencia formativa práctica, flexible y orientada a la aplicación inmediata en el entorno profesional del participante.
Una formación rigurosa, actualizada y alineada con los retos reales del sector biofarmacéutico.
Quality Assurance Director en Almirall y Director Executive Program Executive en IA aplicada a la Industria Biofarmacéutica de CESIF-metrodora